El Leccionario Dominical de la Iglesia Episcopal (Leccionario Comun Revisado o en ingles RCL) para uso de los lectores de la Iglesia del Redentor en Astoria, Nueva York.

domingo, 26 de abril de 2009

Tercer Domingo de Pascua, B, RCL

Colecta: Oh Dios, cuyo bendito Hijo se dio a conocer a sus discípulos en la fracción del pan: Abre los ojos de nuestra fe, para que podamos contemplarle en toda su obra redentora; quien vive y reina contigo, en la unidad del Espíritu Santo, un solo Dios, ahora y por siempre. Amén.

Hechos 3:12-19 (DHH)

12 Pedro, al ver esto, les dijo: "¿Por qué se asombran ustedes, israelitas? ¿Por qué nos miran como si nosotros mismos hubiéramos sanado a este hombre y lo hubiéramos hecho andar por medio de algún poder nuestro o por nuestra piedad? 13 El Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, el Dios de nuestros antepasados, ha dado el más alto honor a su siervo Jesús, a quien ustedes entregaron a las autoridades y a quien ustedes rechazaron, después que Pilato había decidido soltarlo. 14 En vez de pedir la libertad de aquel que era santo y justo, ustedes pidieron que se soltara a un criminal. 15 Y así mataron ustedes al que nos lleva a la vida. Pero Dios lo resucitó, y de esto nosotros somos testigos. 16 Lo que ha hecho cobrar fuerzas a este hombre que ustedes ven y conocen, es la fe en el nombre de Jesús. Esa fe en Jesús es la que lo ha hecho sanar completamente, como todos ustedes pueden ver. 17 "Ya sé, hermanos, que cuando ustedes y sus jefes mataron a Jesús, lo hicieron sin saber en realidad lo que estaban haciendo. 18 Pero Dios cumplió de este modo lo que antes había anunciado por medio de todos sus profetas: que su Mesías tenía que morir. 19 Por eso, vuélvanse ustedes a Dios y conviértanse, para que él les borre sus pecados

Salmo 4 Cum invocarem (BCP)


 

1 Respóndeme cuando clamo, oh Dios de mi justicia; *

cuando estaba en angustia, tú me libraste; ten misericordia de mí, y escucha mi oración.

2 "Mortales, ¿hasta cuándo volverán mi honra en infamia, *

amarán la vanidad, y buscarán la mentira?"

3 Sepan, pues, que el Señor ha escogido a los fieles para sí; *

el Señor oirá cuando yo a él clamare.

4 Tiemblen y no pequen; *

mediten en su corazón estando en su cama, y callen. 5

5 Ofrezcan sacrificios rectos, *

y confíen en el Señor.

6 Muchos son los que dicen: "¿Quién nos mostrará el bien?" *

Alza sobre nosotros, oh Señor, la luz de tu rostro.

7 Tú diste alegría a mi corazón, *

mayor que la de ellos cuando abundaba su grano y su mosto.

8 En paz me acostaré, y en seguida dormiré; *

porque sólo tú, oh Señor, me haces vivir seguro.

1 Juan 3:1-7 (DHH)

1 Miren cuánto nos ama Dios el Padre, que se nos puede llamar hijos de Dios, y lo somos. Por eso, los que son del mundo no nos conocen, pues no han conocido a Dios. 2 Queridos hermanos, ya somos hijos de Dios. Y aunque no se ve todavía lo que seremos después, sabemos que cuando Jesucristo aparezca seremos como él, porque lo veremos tal como es. 3 Y todo el que tiene esta esperanza en él, se purifica a sí mismo, de la misma manera que Jesucristo es puro. 4 Pero todo el que peca, hace maldad; porque el pecado es la maldad. 5 Ustedes ya saben que Jesucristo vino al mundo para quitar los pecados, y que él no tiene pecado alguno. 6 Así pues, todo el que permanece unido a él, no sigue pecando; pero todo el que peca, no lo ha visto ni lo ha conocido. 7 Hijitos míos, que nadie los engañe: el que practica la justicia es justo, como él es justo;


 

Lucas 24:36-48 (DHH)

36 Estaban todavía hablando de estas cosas, cuando Jesús se puso en medio de ellos y los saludó diciendo: —Paz a ustedes. 37 Ellos se asustaron mucho, pensando que estaban viendo un espíritu. 38 Pero Jesús les dijo: —¿Por qué están asustados? ¿Por qué tienen esas dudas en su corazón? 39 Miren mis manos y mis pies. Soy yo mismo. Tóquenme y vean: un espíritu no tiene carne ni huesos, como ustedes ven que tengo yo. 40 Al decirles esto, les enseñó las manos y los pies. 41 Pero como ellos no acababan de creerlo, a causa de la alegría y el asombro que sentían, Jesús les preguntó: —¿Tienen aquí algo que comer? 42 Le dieron un pedazo de pescado asado, 43 y él lo aceptó y lo comió en su presencia. 44 Luego les dijo: —Lo que me ha pasado es aquello que les anuncié cuando estaba todavía con ustedes: que había de cumplirse todo lo que está escrito de mí en la ley de Moisés, en los libros de los profetas y en los salmos. 45 Entonces hizo que entendieran las Escrituras, 46 y les dijo: —Está escrito que el Mesías tenía que morir, y resucitar al tercer día, 47 y que en su nombre se anunciará a todas las naciones que se vuelvan a Dios, para que él les perdone sus pecados. Comenzando desde Jerusalén, 48 ustedes deben dar testimonio de estas cosas.


 

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[1] La Bibla de estudio : Dios habla hoy. 1998 (electronic ed.). Miami: Sociedades Bı́iblicas Unidas.

viernes, 24 de abril de 2009

Cuarto Domingo de Pascua, B, RCL

Colecta: Oh Dios, cuyo Hijo Jesús es el buen pastor de tu pueblo: Concede que, al escuchar su voz, reconozcamos a aquél que llama a cada uno de nosotros por su nombre, y le sigamos a donde nos guíe; quien contigo y el Espíritu Santo vive y reina, un solo Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

Hechos 4:5-12 (DHH)

5 Al día siguiente se reunieron en Jerusalén los jefes de los judíos, los ancianos y los maestros de la ley. 6 Allí estaban también el sumo sacerdote Anás, Caifás, Juan, Alejandro y todos los que pertenecían a la familia de los sumos sacerdotes. 7 Ordenaron que les llevaran a Pedro y a Juan, y poniéndolos en medio de ellos les preguntaron: —¿Con qué autoridad, o en nombre de quién han hecho ustedes estas cosas? 8 Pedro, lleno del Espíritu Santo, les contestó: —Jefes del pueblo y ancianos: 9 ustedes nos preguntan acerca del bien hecho a un enfermo, para saber de qué manera ha sido sanado. 10 Pues bien, declaramos ante ustedes y ante todo el pueblo de Israel que este hombre que está aquí, delante de todos, ha sido sanado en el nombre de Jesucristo de Nazaret, el mismo a quien ustedes crucificaron y a quien Dios resucitó. 11 Este Jesús es la piedra que ustedes los constructores despreciaron, pero que se ha convertido en la piedra principal. 12 En ningún otro hay salvación, porque en todo el mundo Dios no nos ha dado otra persona por la cual podamos salvarnos.

Salmo 23 Dominus regit me (BCP)

  1. El Señor es mi pastor; *

    nada me faltará.

  2. En verdes pastos me hace yacer; *

    me conduce hacia aguas tranquilas.

  3. Aviva mi alma *

    y me guía por sendas seguras por amor de su Nombre.

  4. Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno; *

    porque tú estás conmigo; tu vara y tu cayado me infunden aliento.

  5. Aderezarás mesa delante de mi en presencia de mis angustiadores; *

    unges mi cabeza con óleo; mi copa está rebosando.

  6. Ciertamente el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida, *

    y en la casa del Señor moraré por largos días.


     

1 Juan 3:16-24 (DHH)

16 Conocemos lo que es el amor porque Jesucristo dio su vida por nosotros; así también, nosotros debemos dar la vida por nuestros hermanos. 17 Pues si uno es rico y ve que su hermano necesita ayuda, pero no se la da, ¿cómo puede tener amor de Dios en su corazón? 18 Hijitos míos, que nuestro amor no sea solamente de palabra, sino que se demuestre con hechos. 19 De esta manera sabremos que somos de la verdad, y podremos sentirnos seguros delante de Dios; 20 pues si nuestro corazón nos acusa de algo, Dios es más grande que nuestro corazón, y lo sabe todo. 21 Queridos hermanos, si nuestro corazón no nos acusa, tenemos confianza delante de Dios; 22 y él nos dará todo lo que le pidamos, porque obedecemos sus mandamientos y hacemos lo que le agrada. 23 Y su mandamiento es que creamos en su Hijo Jesucristo, y que nos amemos unos a otros como él nos mandó. 24 Los que obedecen sus mandamientos viven en él, y él vive en ellos. Y en esto sabemos que él vive en nosotros: por el Espíritu que nos ha dado.

Juan 10:11-18 (DHH)

11 Yo soy el buen pastor. El buen pastor da su vida por las ovejas; 12 pero el que trabaja solamente por la paga, cuando ve venir al lobo deja las ovejas y huye, porque no es el pastor y porque las ovejas no son suyas. Y el lobo ataca a las ovejas y las dispersa en todas direcciones. 13 Ese hombre huye porque lo único que le importa es la paga, y no las ovejas. 14 "Yo soy el buen pastor. Así como mi Padre me conoce a mí y yo conozco a mi Padre, así también yo conozco a mis ovejas y ellas me conocen a mí. Yo doy mi vida por las ovejas. 16 También tengo otras ovejas que no son de este redil; y también a ellas debo traerlas. Ellas me obedecerán, y formarán un solo rebaño, con un solo pastor. 17 "El Padre me ama porque yo doy mi vida para volverla a recibir. 18 Nadie me quita la vida, sino que yo la doy por mi propia voluntad. Tengo el derecho de darla y de volver a recibirla. Esto es lo que me ordenó mi Padre."

[1] La Bibla de estudio : Dios habla hoy. 1998 (electronic ed.). Miami: Sociedades Bı́iblicas Unidas.Acts 4:5-12

Tercer Domingo de Pascua, B, RCL

Colecta: Oh Dios, cuyo bendito Hijo se dio a conocer a sus discípulos en la fracción del pan: Abre los ojos de nuestra fe, para que podamos contemplarle en toda su obra redentora; quien vive y reina contigo, en la unidad del Espíritu Santo, un solo Dios, ahora y por siempre. Amén.

Hechos 3:12-19 (DHH)

12 Pedro, al ver esto, les dijo: "¿Por qué se asombran ustedes, israelitas? ¿Por qué nos miran como si nosotros mismos hubiéramos sanado a este hombre y lo hubiéramos hecho andar por medio de algún poder nuestro o por nuestra piedad? 13 El Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, el Dios de nuestros antepasados, ha dado el más alto honor a su siervo Jesús, a quien ustedes entregaron a las autoridades y a quien ustedes rechazaron, después que Pilato había decidido soltarlo. 14 En vez de pedir la libertad de aquel que era santo y justo, ustedes pidieron que se soltara a un criminal. 15 Y así mataron ustedes al que nos lleva a la vida. Pero Dios lo resucitó, y de esto nosotros somos testigos. 16 Lo que ha hecho cobrar fuerzas a este hombre que ustedes ven y conocen, es la fe en el nombre de Jesús. Esa fe en Jesús es la que lo ha hecho sanar completamente, como todos ustedes pueden ver. 17 "Ya sé, hermanos, que cuando ustedes y sus jefes mataron a Jesús, lo hicieron sin saber en realidad lo que estaban haciendo. 18 Pero Dios cumplió de este modo lo que antes había anunciado por medio de todos sus profetas: que su Mesías tenía que morir. 19 Por eso, vuélvanse ustedes a Dios y conviértanse, para que él les borre sus pecados

Salmo 4 Cum invocarem (BCP)


 

1 Respóndeme cuando clamo, oh Dios de mi justicia; *

cuando estaba en angustia, tú me libraste; ten misericordia de mí, y escucha mi oración.

2 "Mortales, ¿hasta cuándo volverán mi honra en infamia, *

amarán la vanidad, y buscarán la mentira?"

3 Sepan, pues, que el Señor ha escogido a los fieles para sí; *

el Señor oirá cuando yo a él clamare.

4 Tiemblen y no pequen; *

mediten en su corazón estando en su cama, y callen. 5

5 Ofrezcan sacrificios rectos, *

y confíen en el Señor.

6 Muchos son los que dicen: "¿Quién nos mostrará el bien?" *

Alza sobre nosotros, oh Señor, la luz de tu rostro.

7 Tú diste alegría a mi corazón, *

mayor que la de ellos cuando abundaba su grano y su mosto.

8 En paz me acostaré, y en seguida dormiré; *

porque sólo tú, oh Señor, me haces vivir seguro.

1 Juan 3:1-7 (DHH)

1 Miren cuánto nos ama Dios el Padre, que se nos puede llamar hijos de Dios, y lo somos. Por eso, los que son del mundo no nos conocen, pues no han conocido a Dios. 2 Queridos hermanos, ya somos hijos de Dios. Y aunque no se ve todavía lo que seremos después, sabemos que cuando Jesucristo aparezca seremos como él, porque lo veremos tal como es. 3 Y todo el que tiene esta esperanza en él, se purifica a sí mismo, de la misma manera que Jesucristo es puro. 4 Pero todo el que peca, hace maldad; porque el pecado es la maldad. 5 Ustedes ya saben que Jesucristo vino al mundo para quitar los pecados, y que él no tiene pecado alguno. 6 Así pues, todo el que permanece unido a él, no sigue pecando; pero todo el que peca, no lo ha visto ni lo ha conocido. 7 Hijitos míos, que nadie los engañe: el que practica la justicia es justo, como él es justo;


 

Lucas 24:36-48 (DHH)

36 Estaban todavía hablando de estas cosas, cuando Jesús se puso en medio de ellos y los saludó diciendo: —Paz a ustedes. 37 Ellos se asustaron mucho, pensando que estaban viendo un espíritu. 38 Pero Jesús les dijo: —¿Por qué están asustados? ¿Por qué tienen esas dudas en su corazón? 39 Miren mis manos y mis pies. Soy yo mismo. Tóquenme y vean: un espíritu no tiene carne ni huesos, como ustedes ven que tengo yo. 40 Al decirles esto, les enseñó las manos y los pies. 41 Pero como ellos no acababan de creerlo, a causa de la alegría y el asombro que sentían, Jesús les preguntó: —¿Tienen aquí algo que comer? 42 Le dieron un pedazo de pescado asado, 43 y él lo aceptó y lo comió en su presencia. 44 Luego les dijo: —Lo que me ha pasado es aquello que les anuncié cuando estaba todavía con ustedes: que había de cumplirse todo lo que está escrito de mí en la ley de Moisés, en los libros de los profetas y en los salmos. 45 Entonces hizo que entendieran las Escrituras, 46 y les dijo: —Está escrito que el Mesías tenía que morir, y resucitar al tercer día, 47 y que en su nombre se anunciará a todas las naciones que se vuelvan a Dios, para que él les perdone sus pecados. Comenzando desde Jerusalén, 48 ustedes deben dar testimonio de estas cosas.


 

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[1] La Bibla de estudio : Dios habla hoy. 1998 (electronic ed.). Miami: Sociedades Bı́iblicas Unidas.

sábado, 18 de abril de 2009

Segundo Domingo de Pascua, Ciclo B, (RCL)

Colecta: Dios todopoderoso y eterno, que en el misterio Pascual has establecido el nuevo pacto de la reconciliación: Concede a todos los que nacen de nuevo en la comunión del Cuerpo de Cristo que manifiesten en sus vidas lo que por fe profesan; por Jesucristo nuestro Señor, que vive y reina contigo y el Espíritu Santo, un solo Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

Hechos 4:32-35 (DHH)

32 Todos los creyentes, que eran muchos, pensaban y sentían de la misma manera. Ninguno decía que sus cosas fueran solamente suyas, sino que eran de todos. 33 Los apóstoles seguían dando un poderoso testimonio de la resurrección del Señor Jesús, y Dios los bendecía mucho a todos. 34 No había entre ellos ningún necesitado, porque quienes tenían terrenos o casas, los vendían, y el dinero 35 lo ponían a disposición de los apóstoles, para repartirlo entre todos según las necesidades de cada uno.

Salmo 133 Ecce, quam bonum!

1 ¡Oh cuán bueno y agradable es *

convivir los hermanos en unidad!

2 Es como el buen óleo sobre la cabeza, *

el cual desciende sobre la barba,

3 Sobre la barba de Aarón, *

y baja hasta el collar de sus vestiduras.

4 Es como el rocío del Hermón, *

que desciende sobre los montes de Sión;

5 Porque allí manda el Señor la bendición: *

la vida por siempre jamás.

1 Juan 1:1-2:2 (DHH)

1 Les escribimos a ustedes acerca de aquello que ya existía desde el principio, de lo que hemos oído y de lo que hemos visto con nuestros propios ojos. Porque lo hemos visto y lo hemos tocado con nuestras manos. Se trata de la Palabra de vida. 2 Esta vida se manifestó: nosotros la vimos y damos testimonio de ella, y les anunciamos a ustedes esta vida eterna, la cual estaba con el Padre y se nos ha manifestado. 3 Les anunciamos, pues, lo que hemos visto y oído, para que ustedes estén unidos con nosotros, como nosotros estamos unidos con Dios el Padre y con su Hijo Jesucristo. 4 Escribimos estas cosas para que nuestra alegría sea completa. 5 Este es el mensaje que Jesucristo nos enseñó y que les anunciamos a ustedes: que Dios es luz y que en él no hay ninguna oscuridad. 6 Si decimos que estamos unidos a él, y al mismo tiempo vivimos en la oscuridad, mentimos y no practicamos la verdad. 7 Pero si vivimos en la luz, así como Dios está en la luz, entonces hay unión entre nosotros, y la sangre de su Hijo Jesús nos limpia de todo pecado. 8 Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos y no hay verdad en nosotros; 9 pero si confesamos nuestros pecados, podemos confiar en que Dios, que es justo, nos perdonará nuestros pecados y nos limpiará de toda maldad. 10 Si decimos que no hemos cometido pecado, hacemos que Dios parezca mentiroso y no hemos aceptado verdaderamente su palabra. 1 Hijitos míos, les escribo estas cosas para que no cometan pecado. Aunque si alguno comete pecado, tenemos ante el Padre un defensor, que es Jesucristo, y él es justo. 2 Jesucristo se ofreció en sacrificio para que nuestros pecados sean perdonados; y no solo los nuestros, sino los de todo el mundo.


 

Juan 20:19-31 (DHH)

19 Al llegar la noche de aquel mismo día, el primero de la semana, los discípulos se habían reunido con las puertas cerradas por miedo a las autoridades judías. Jesús entró y, poniéndose en medio de los discípulos, los saludó diciendo: —¡Paz a ustedes! 20 Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Y ellos se alegraron de ver al Señor. 21 Luego Jesús les dijo otra vez: —¡Paz a ustedes! Como el Padre me envió a mí, así yo los envío a ustedes. 22 Y sopló sobre ellos, y les dijo: —Reciban el Espíritu Santo. 23 A quienes ustedes perdonen los pecados, les quedarán perdonados; y a quienes no se los perdonen, les quedarán sin perdonar. 24 Tomás, uno de los doce discípulos, al que llamaban el Gemelo, no estaba con ellos cuando llegó Jesús. 25 Después los otros discípulos le dijeron: —Hemos visto al Señor. Pero Tomás les contestó: —Si no veo en sus manos las heridas de los clavos, y si no meto mi dedo en ellas y mi mano en su costado, no lo podré creer. 26 Ocho días después, los discípulos se habían reunido de nuevo en una casa, y esta vez Tomás estaba también. Tenían las puertas cerradas, pero Jesús entró, se puso en medio de ellos y los saludó, diciendo: —¡Paz a ustedes! 27 Luego dijo a Tomás: —Mete aquí tu dedo, y mira mis manos; y trae tu mano y métela en mi costado. No seas incrédulo; ¡cree! 28 Tomás entonces exclamó: —¡Mi Señor y mi Dios! 29 Jesús le dijo: —¿Crees porque me has visto? ¡Dichosos los que creen sin haber visto! 30 Jesús hizo muchas otras señales milagrosas delante de sus discípulos, las cuales no están escritas en este libro. 31 Pero estas se han escrito para que ustedes crean que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que creyendo tengan vida por medio de él.

jueves, 2 de abril de 2009

Domingo de Ramos Domingo de la Pasión

Colecta:
Dios omnipotente y eterno, en tu tierno amor hacia el género humano, enviaste a tu Hijo nuestro Salvador Jesucristo para asumir nuestra naturaleza, y padecer muerte en la cruz, mostrándonos ejemplo de su gran humildad: Concédenos, en tu misericordia, que caminemos por el sendero de su padecimiento y participemos también en su resurrección; por Jesucristo nuestro Señor, que vive y reina contigo y el Espíritu Santo, un solo Dios, por los siglos de los siglos. Amén

Liturgia de la Palmas

Marcos 11:1-11 (DHH)

1 Cuando ya estaban cerca de Jerusalén, al aproximarse a los pueblos de Betfagé y Betania, en el Monte de los Olivos, Jesús envió a dos de sus discípulos, 2 diciéndoles: —Vayan a la aldea que está enfrente, y al entrar en ella encontrarán un burro atado, que nadie ha montado todavía. Desátenlo y tráiganlo. 3 Y si alguien les pregunta por qué lo hacen, díganle que el Señor lo necesita y que en seguida lo devolverá. 4 Fueron, pues, y encontraron el burro atado en la calle, junto a una puerta, y lo desataron. 5 Algunos que estaban allí les preguntaron: —¿Qué hacen ustedes? ¿Por qué desatan el burro? 6 Ellos contestaron lo que Jesús les había dicho; y los dejaron ir. 7 Pusieron entonces sus capas sobre el burro, y se lo llevaron a Jesús. Y Jesús montó. 8 Muchos tendían sus capas por el camino, y otros tendían ramas que habían cortado en el campo. 9 Y tanto los que iban delante como los que iban detrás, gritaban: —¡Hosana! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! 10 ¡Bendito el reino que viene, el reino de nuestro padre David! ¡Hosana en las alturas! 11 Entró Jesús en Jerusalén y se dirigió al templo. Miró por todas partes y luego se fue a Betania con los doce discípulos, porque ya era tarde.


 

Salmo 118 Confitemini Domino


 

1 Den gracias al Señor, porque él es bueno; *

para siempre es su misericordia.

2 Diga ahora Israel: *

"Para siempre es su misericordia".

19 Abranme las puertas de justicia; *

entraré por ellas, y daré gracias al Señor.

20 "Esta es la puerta del Señor; *

por ella entrarán los justos".

21 Daré gracias porque me respondiste, *

y me has sido de salvación.

22 La misma piedra que desecharon los edificadores, *

ha venido a ser la cabeza del ángulo.

23 Esto es lo que ha hecho el Señor, *

y es maravilloso a nuestros ojos.

24 Este es el día en que actuó el Señor; *

regocijémonos y alegrémonos en él.

25 ¡Hosanna, oh Señor, hosanna! *

Señor, danos ahora la prosperidad.

26 Bendito el que viene en nombre del Señor; *

desde la casa del Señor le bendecimos.

27 Dios es el Señor; nos ha iluminado; *

formen una procesión con ramos

hasta los cuernos del altar.

28 "Tú eres mi Dios; te daré gracias; *

tú eres mi Dios; te ensalzaré".

29 Den gracias al Señor porque es bueno; *

para siempre es su misericordia.


 

Liturgia de la Pasión


 

Isaías 50:4-9 (DHH)

4 El Señor me ha instruido para que yo consuele a los cansados con palabras de aliento. Todas las mañanas me hace estar atento para que escuche dócilmente. 5 El Señor me ha dado entendimiento, y yo no me he resistido ni le he vuelto las espaldas. 6 Ofrecí mis espaldas para que me azotaran y dejé que me arrancaran la barba. No retiré la cara de los que me insultaban y escupían. 7 El Señor es quien me ayuda: por eso no me hieren los insultos; por eso me mantengo firme como una roca, pues sé que no quedaré en ridículo. 8 A mi lado está mi defensor: ¿Alguien tiene algo en mi contra? ¡Vayamos juntos ante el juez! ¿Alguien se cree con derecho a acusarme? ¡Que venga y me lo diga! 9 El Señor es quien me ayuda; ¿quién podrá condenarme? Todos mis enemigos desaparecerán como vestido comido por la polilla.


 

Salmo 31:9-16 In te, Domine, speravi


 

9 Ten misericordia de mí, oh Señor, que estoy en angustia; *

se han consumido de tristeza mis ojos, mi garganta también y mi vientre;

10 Porque mi vida se va gastando de dolor, y mis años de suspirar; *

se agotan mis fuerzas a causa de mi aflicción, y mis huesos se han consumido.

11 De todos mis enemigos he sido oprobio, y de mis vecinos mucho más, y pavor a mis conocidos; *los que me ven fuera huyen de mí.

12 He sido olvidado como un muerto, desechado de toda memoria; *

he venido a ser como un vaso quebrado.

13 Porque he oído el cuchicheo de muchos; "por todos lados hay miedo"; *

consultan juntos contra mí; conspiran para quitarme la vida.

14 Mas yo en ti confío, oh Señor; *

dije: "Tú eres mi Dios.

15 En tu mano está mi destino; *

líbrame de la mano de mis enemigos, y de mis perseguidores.

16 Haz resplandecer tu rostro sobre tu siervo; *

sálvame por tu misericordia".


 

Filipenses (DHH)

5 Tengan unos con otros la manera de pensar propia de quien está unido a Cristo Jesús, 6 el cual: Aunque existía con el mismo ser de Dios, no se aferró a su igualdad con él, 7 sino que renunció a lo que era suyo y tomó naturaleza de siervo. Haciéndose como todos los hombres y presentándose como un hombre cualquiera, 8 se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, hasta la muerte en la cruz. 9 Por eso Dios le dio el más alto honor y el más excelente de todos los nombres, 10 para que, ante ese nombre concedido a Jesús, doblen todos las rodillas en el cielo, en la tierra y debajo de la tierra, 11 y todos reconozcan que Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre.


 

Marcos 14:1-15:47 (DHH)

1 Faltaban dos días para la fiesta de la Pascua, cuando se come el pan sin levadura. Los jefes de los sacerdotes y los maestros de la ley buscaban la manera de arrestar a Jesús por medio de algún engaño, y matarlo. 2 Pues algunos decían: —No durante la fiesta, para que la gente no se alborote. 3 Jesús había ido a Betania, a casa de Simón, al que llamaban el leproso. Mientras estaba sentado a la mesa, llegó una mujer que llevaba un frasco de alabastro lleno de perfume de nardo puro, de mucho valor. Rompió el frasco y derramó el perfume sobre la cabeza de Jesús. 4 Algunos de los presentes se enojaron, y se dijeron unos a otros: —¿Por qué se ha desperdiciado este perfume? 5 Podía haberse vendido por el equivalente al salario de trescientos días, para ayudar a los pobres. Y criticaban a aquella mujer. 6 Pero Jesús dijo: —Déjenla; ¿por qué la molestan? Ha hecho una obra buena conmigo. 7 Pues a los pobres siempre los tendrán entre ustedes, y pueden hacerles bien cuando quieran; pero a mí no siempre me van a tener. 8 Esta mujer ha hecho lo que ha podido: ha perfumado mi cuerpo de antemano para mi entierro. 9 Les aseguro que en cualquier lugar del mundo donde se anuncie la buena noticia, se hablará también de lo que hizo esta mujer, y así será recordada. 10 Judas Iscariote, uno de los doce discípulos, fue a ver a los jefes de los sacerdotes para entregarles a Jesús. 11 Al oírlo, se alegraron y prometieron darle dinero a Judas, que comenzó a buscar el momento más oportuno de entregar a Jesús. 12 El primer día de la fiesta en que se comía el pan sin levadura, cuando se sacrificaba el cordero de Pascua, los discípulos de Jesús le preguntaron: —¿Dónde quieres que vayamos a prepararte la cena de Pascua? 13 Entonces envió a dos de sus discípulos, diciéndoles: —Vayan a la ciudad. Allí encontrarán a un hombre que lleva un cántaro de agua; síganlo, 14 y donde entre, digan al dueño de la casa: 'El Maestro pregunta: ¿Cuál es el cuarto donde voy a comer con mis discípulos la cena de Pascua?' 15 Él les mostrará en el piso alto un cuarto grande, arreglado y ya listo para la cena. Prepárennos allí lo necesario. 16 Los discípulos salieron y fueron a la ciudad. Lo encontraron todo como Jesús les había dicho, y prepararon la cena de Pascua. 17 Al anochecer llegó Jesús con los doce discípulos. 18 Mientras estaban a la mesa, comiendo, Jesús les dijo: —Les aseguro que uno de ustedes, que está comiendo conmigo, me va a traicionar. 19 Ellos se pusieron tristes, y comenzaron a preguntarle uno por uno: —¿Acaso seré yo? 20 Jesús les contestó: —Es uno de los doce, que está mojando el pan en el mismo plato que yo. 21 El Hijo del hombre ha de recorrer el camino que dicen las Escrituras; pero ¡ay de aquel que lo traiciona! Hubiera sido mejor para él no haber nacido. 22 Mientras comían, Jesús tomó en sus manos el pan y, habiendo pronunciado la bendición, lo partió y se lo dio a ellos, diciendo: —Tomen, esto es mi cuerpo. 23 Luego tomó en sus manos una copa y, habiendo dado gracias a Dios, se la pasó a ellos, y todos bebieron. 24 Les dijo: —Esto es mi sangre, con la que se confirma la alianza, sangre que es derramada en favor de muchos. 25 Les aseguro que no volveré a beber del producto de la vid, hasta el día en que beba el vino nuevo en el reino de Dios. 26 Después de cantar los salmos, se fueron al Monte de los Olivos. 27 Jesús les dijo: —Todos ustedes van a perder su fe en mí. Así lo dicen las Escrituras: 'Mataré al pastor, y las ovejas se dispersarán.' 28 Pero cuando yo resucite, los volveré a reunir en Galilea. 29 Pedro le dijo: —Aunque todos pierdan su fe, yo no. 30 Jesús le contestó: —Te aseguro que esta misma noche, antes que cante el gallo por segunda vez, me negarás tres veces. 31 Pero él insistía: —Aunque tenga que morir contigo, no te negaré. Y todos decían lo mismo. 32 Luego fueron a un lugar llamado Getsemaní. Jesús dijo a sus discípulos: —Siéntense aquí, mientras yo voy a orar. 33 Y se llevó a Pedro, a Santiago y a Juan, y comenzó a sentirse muy afligido y angustiado. 34 Les dijo: —Siento en mi alma una tristeza de muerte. Quédense ustedes aquí, y permanezcan despiertos. 35 En seguida Jesús se fue un poco más adelante, se inclinó hasta tocar el suelo con la frente, y pidió a Dios que, de ser posible, no le llegara ese momento. 36 En su oración decía: "Abbá, Padre, para ti todo es posible: líbrame de este trago amargo; pero que no se haga lo que yo quiero, sino lo que quieres tú." 37 Luego volvió a donde ellos estaban, y los encontró dormidos. Le dijo a Pedro: —Simón, ¿estás durmiendo? ¿Ni siquiera una hora pudiste mantenerte despierto? 38 Manténganse despiertos y oren, para que no caigan en tentación. Ustedes tienen buena voluntad, pero son débiles. 39 Se fue otra vez, y oró repitiendo las mismas palabras. 40 Cuando volvió, encontró otra vez dormidos a los discípulos, porque sus ojos se les cerraban de sueño. Y no sabían qué contestarle. 41 Volvió por tercera vez, y les dijo: —¿Siguen ustedes durmiendo y descansando? Ya basta, ha llegado la hora en que el Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los pecadores. 42 Levántense, vámonos; ya se acerca el que me traiciona. 43 Todavía estaba hablando Jesús cuando Judas, uno de los doce discípulos, llegó acompañado de mucha gente armada con espadas y con palos. Iban de parte de los jefes de los sacerdotes, de los maestros de la ley y de los ancianos. 44 Judas, el traidor, les había dado una contraseña, diciéndoles: "Al que yo bese, ese es; arréstenlo y llévenselo bien sujeto." 45 Así que se acercó a Jesús y le dijo: —¡Maestro! Y lo besó. 46 Entonces le echaron mano a Jesús y lo arrestaron. 47 Pero uno de los que estaban allí sacó su espada y le cortó una oreja al criado del sumo sacerdote. 48 Y Jesús preguntó a la gente: —¿Por qué han venido ustedes con espadas y con palos a arrestarme, como si yo fuera un bandido? 49 Todos los días he estado entre ustedes enseñando en el templo, y nunca me arrestaron. Pero esto sucede para que se cumplan las Escrituras. 50 Todos los discípulos dejaron solo a Jesús, y huyeron. 51 Pero un joven lo seguía, cubierto solo con una sábana. A este lo agarraron, 52 pero él soltó la sábana y escapó desnudo. 53 Llevaron entonces a Jesús ante el sumo sacerdote, y se juntaron todos los jefes de los sacerdotes, los ancianos y los maestros de la ley. 54 Pedro lo siguió de lejos hasta dentro del patio de la casa del sumo sacerdote, y se quedó sentado con los guardianes del templo, calentándose junto al fuego. 55 Los jefes de los sacerdotes y toda la Junta Suprema buscaban alguna prueba para condenar a muerte a Jesús; pero no la encontraban. 56 Porque aunque muchos presentaban falsos testimonios contra él, se contradecían unos a otros. 57 Algunos se levantaron y lo acusaron falsamente, diciendo: 58 —Nosotros lo hemos oído decir: 'Yo voy a destruir este templo que hicieron los hombres, y en tres días levantaré otro no hecho por los hombres.' 59 Pero ni aun así estaban de acuerdo en lo que decían. 60 Entonces el sumo sacerdote se levantó en medio de todos, y preguntó a Jesús: —¿No contestas nada? ¿Qué es esto que están diciendo contra ti? 61 Pero Jesús se quedó callado, sin contestar nada. El sumo sacerdote volvió a preguntarle: —¿Eres tú el Mesías, el Hijo del Dios bendito? 62 Jesús le dijo: —Sí, yo soy. Y ustedes verán al Hijo del hombre sentado a la derecha del Todopoderoso, y viniendo en las nubes del cielo. 63 Entonces el sumo sacerdote se rasgó las ropas en señal de indignación, y dijo: —¿Qué necesidad tenemos de más testigos? 64 Ustedes lo han oído decir palabras ofensivas contra Dios. ¿Qué les parece? Todos estuvieron de acuerdo en que era culpable y debía morir. 65 Algunos comenzaron a escupirlo, y a taparle los ojos y golpearlo, diciéndole: —¡Adivina quién te pegó! Y los guardianes del templo le pegaron en la cara. 66 Pedro estaba abajo, en el patio. En esto llegó una de las sirvientas del sumo sacerdote; 67 y al ver a Pedro, que se estaba calentando junto al fuego, se quedó mirándolo y le dijo: —Tú también andabas con Jesús, el de Nazaret. 68 Pedro lo negó, diciendo: —No lo conozco, ni sé de qué estás hablando. Y salió fuera, a la entrada. Entonces cantó un gallo. 69 La sirvienta vio otra vez a Pedro y comenzó a decir a los demás: —Este es uno de ellos. 70 Pero él volvió a negarlo. Poco después, los que estaban allí dijeron de nuevo a Pedro: —Seguro que tú eres uno de ellos, pues también eres de Galilea. 71 Entonces Pedro comenzó a jurar y perjurar, diciendo: —¡No conozco a ese hombre de quien ustedes están hablando! 72 En aquel mismo momento cantó el gallo por segunda vez, y Pedro se acordó de que Jesús le había dicho: 'Antes que cante el gallo por segunda vez, me negarás tres veces.' Y se echó a llorar. 1 Al amanecer, se reunieron los jefes de los sacerdotes con los ancianos y los maestros de la ley: toda la Junta Suprema. Y llevaron a Jesús atado, y se lo entregaron a Pilato. 2 Pilato le preguntó: —¿Eres tú el Rey de los judíos? —Tú lo has dicho —contestó Jesús. 3 Como los jefes de los sacerdotes lo acusaban de muchas cosas, 4 Pilato volvió a preguntarle: —¿No respondes nada? Mira de cuántas cosas te están acusando. 5 Pero Jesús no le contestó; de manera que Pilato se quedó muy extrañado. 6 Durante la fiesta, Pilato dejaba libre un preso, el que la gente pidiera. 7 Un hombre llamado Barrabás estaba entonces en la cárcel, junto con otros que habían cometido un asesinato en una rebelión. 8 La gente llegó, pues, y empezó a pedirle a Pilato que hiciera como tenía por costumbre. 9 Pilato les contestó: —¿Quieren ustedes que les ponga en libertad al Rey de los judíos? 10 Porque se daba cuenta de que los jefes de los sacerdotes lo habían entregado por envidia. 11 Pero los jefes de los sacerdotes alborotaron a la gente, para que pidieran que les dejara libre a Barrabás. 12 Pilato les preguntó: —¿Y qué quieren que haga con el que ustedes llaman el Rey de los judíos? 13 Ellos contestaron a gritos: —¡Crucifícalo! 14 Pilato les dijo: —Pues ¿qué mal ha hecho? Pero ellos volvieron a gritar: —¡Crucifícalo! 15 Entonces Pilato, como quería quedar bien con la gente, dejó libre a Barrabás; y después de mandar que azotaran a Jesús, lo entregó para que lo crucificaran. 16 Los soldados llevaron a Jesús al patio del palacio, llamado pretorio, y reunieron a toda la tropa. 17 Le pusieron una capa de color rojo oscuro, trenzaron una corona de espinas y se la pusieron. 18 Luego comenzaron a gritar: —¡Viva el Rey de los judíos! 19 Y le golpeaban la cabeza con una vara, lo escupían y, doblando la rodilla, le hacían reverencias. 20 Después de burlarse así de él, le quitaron la capa de color rojo oscuro, le pusieron su propia ropa y lo sacaron para crucificarlo. 21 Un hombre de Cirene, llamado Simón, padre de Alejandro y de Rufo, llegaba entonces del campo. Al pasar por allí, lo obligaron a cargar con la cruz de Jesús. 22 Llevaron a Jesús a un sitio llamado Gólgota (que significa: "Lugar de la Calavera"); 23 y le dieron vino mezclado con mirra, pero Jesús no lo aceptó. 24 Entonces lo crucificaron. Y los soldados echaron suertes para repartirse entre sí la ropa de Jesús y ver qué se llevaría cada uno. 25 Eran las nueve de la mañana cuando lo crucificaron. 26 Y pusieron un letrero en el que estaba escrita la causa de su condena: "El Rey de los judíos." 27 Con él crucificaron también a dos bandidos, uno a su derecha y otro a su izquierda. 29 Los que pasaban lo insultaban, meneando la cabeza y diciendo: —¡Eh, tú, que derribas el templo y en tres días lo vuelves a levantar, 30 sálvate a ti mismo y bájate de la cruz! 31 De la misma manera se burlaban de él los jefes de los sacerdotes y los maestros de la ley. Decían: —Salvó a otros, pero a sí mismo no puede salvarse. 32 ¡Que baje de la cruz ese Mesías, Rey de Israel, para que veamos y creamos! Y hasta los que estaban crucificados con él lo insultaban. 33 Al llegar el mediodía, toda la tierra quedó en oscuridad hasta las tres de la tarde. 34 A esa misma hora, Jesús gritó con fuerza: "Eloí, Eloí, ¿lemá sabactani?" (que significa: "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?") 35 Algunos de los que estaban allí, lo oyeron y dijeron: —Oigan, está llamando al profeta Elías. 36 Entonces uno de ellos corrió, empapó una esponja en vino agrio, la ató a una caña y se la acercó a Jesús para que bebiera, diciendo: —Déjenlo, a ver si Elías viene a bajarlo de la cruz. 37 Pero Jesús dio un fuerte grito, y murió. 38 Y el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo. 39 El capitán romano, que estaba frente a Jesús, al ver que este había muerto, dijo: —Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios. 40 También había algunas mujeres mirando de lejos; entre ellas estaban María Magdalena, María la madre de Santiago el menor y de José, y Salomé. 41 Estas mujeres habían seguido a Jesús y lo habían ayudado cuando él estaba en Galilea. Además había allí muchas otras que habían ido con él a Jerusalén. 42 Como ese era día de preparación, es decir, víspera del sábado, y ya era tarde, 43 José, natural de Arimatea y miembro importante de la Junta Suprema, el cual también esperaba el reino de Dios, se dirigió con decisión a Pilato y le pidió el cuerpo de Jesús. 44 Pilato, sorprendido de que ya hubiera muerto, llamó al capitán para preguntarle cuánto tiempo hacía de ello. 45 Cuando el capitán lo hubo informado, Pilato entregó el cuerpo a José. 46 Entonces José compró una sábana de lino, bajó el cuerpo y lo envolvió en ella. Luego lo puso en un sepulcro excavado en la roca, y tapó la entrada del sepulcro con una piedra. 47 María Magdalena y María la madre de José, miraban dónde lo ponían.


 

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[1] La Bibla de estudio : Dios habla hoy. 1998 (electronic ed.). Miami: Sociedades Bi´iblicas Unidas.