El Leccionario Dominical de la Iglesia Episcopal (Leccionario Comun Revisado o en ingles RCL) para uso de los lectores de la Iglesia del Redentor en Astoria, Nueva York.

jueves, 17 de diciembre de 2009

Navidad opción I todos los años RCL

Colectas: Oh Dios, tú nos alegras anualmente con la festividad del nacimiento de tu único Hijo Jesucristo: Concédenos que, así como le recibimos con júbilo como Redentor, de la misma manera le contemplemos con segura confianza cuando venga a ser nuestro Juez; quien vive y reina contigo y el Espíritu Santo, un solo Dios, ahora y por siempre. Amén.

o la siguiente:

Oh Dios, que has hecho resplandecer esta noche santa con la claridad de la Luz verdadera: Concede a los que hemos conocido el misterio de esa Luz en la tierra, que también nos gocemos de él plenamente, en el cielo; donde vive y reina contigo y el Espíritu santo, un solo Dios, en gloria eterna. Amén.

O bien:

Omnipotente Dios, tú has dado a tu unigénito Hijo para asumir nuestra naturaleza, y nacer [este día] de una virgen pura: Concede que, siendo nacidos de nuevo y hechos tus hijos por adopción y gracia, seamos renovados cada día con tu Espíritu Santo; mediante nuestro Señor Jesucristo, a quien contigo y el mismo Espíritu sea el honor y la gloria, ahora y por siempre. Amén.

Isaías 9:2-7 (DHH)

2 El pueblo que andaba en la oscuridad vio una gran luz; una luz ha brillado para los que vivían en tinieblas. 3 Señor, has traído una gran alegría; muy grande es el gozo. Todos se alegran delante de ti como en tiempo de cosecha, como se alegran los que se reparten grandes riquezas. 4 Porque tú has deshecho la esclavitud que oprimía al pueblo, la opresión que lo afligía, la tiranía a que estaba sometido. Fue como cuando destruiste a Madián. 5 Las botas que hacían resonar los soldados y los vestidos manchados de sangre serán quemados, destruidos por el fuego. 6 Porque nos ha nacido un niño, Dios nos ha dado un hijo, al cual se le ha concedido el poder de gobernar. Y le darán estos nombres: Admirable en sus planes, Dios invencible, Padre eterno, Príncipe de la paz. 7 Se sentará en el trono de David; extenderá su poder real a todas partes y la paz no se acabará; su reinado quedará bien establecido, y sus bases serán la justicia y el derecho desde ahora y para siempre. Esto lo hará el ardiente amor del Señor todopoderoso.

Salmo 96 (DHH)

1 Canten al Señor una canción nueva; canten al Señor, habitantes de toda la tierra; 2 canten al Señor, bendigan su nombre; anuncien día tras día su salvación. 3 Hablen de su gloria y de sus maravillas ante todos los pueblos y naciones, 4 porque el Señor es grande y muy digno de alabanza: ¡más terrible que todos los dioses! 5 Los dioses de otros pueblos no son nada, pero el Señor hizo los cielos. 6 ¡Hay gran esplendor en su presencia! ¡Hay poder y belleza en su santuario! 7 Den al Señor, familias de los pueblos, den al Señor el poder y la gloria; 8 den al Señor la honra que merece; entren a sus atrios con ofrendas, 9 adoren al Señor en su hermoso santuario. ¡Que todo el mundo tiemble delante de él! 10 Digan a las naciones: "¡El Señor es Rey!" Él afirmó el mundo, para que no se mueva; él gobierna a los pueblos con igualdad. 11 ¡Que se alegren los cielos y la tierra! ¡Que brame el mar y todo lo que contiene! 12 ¡Que se alegre el campo y todo lo que hay en él! ¡Que griten de alegría los árboles del bosque, 13 delante del Señor, que viene! ¡Sí, él viene a gobernar la tierra, y gobernará a los pueblos del mundo con justicia y con verdad!

Tito 2:11-14 (DHH)

11 Pues Dios ha mostrado su bondad, al ofrecer la salvación a toda la humanidad. 12 Esa bondad de Dios nos enseña a renunciar a la maldad y a los deseos mundanos, y a llevar en el tiempo presente una vida de buen juicio, rectitud y piedad, 13 mientras llega el feliz cumplimiento de nuestra esperanza: el regreso glorioso de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo. 14 Él se entregó a la muerte por nosotros, para rescatarnos de toda maldad y limpiarnos completamente, haciendo de nosotros el pueblo de su propiedad, empeñados en hacer el bien.

Lucas 2:1-20 (DHH)

1 Por aquel tiempo, el emperador Augusto ordenó que se hiciera un censo de todo el mundo. 2 Este primer censo fue hecho siendo Quirinio gobernador de Siria. 3 Todos tenían que ir a inscribirse a su propio pueblo. 4 Por esto, José salió del pueblo de Nazaret, de la región de Galilea, y se fue a Belén, en Judea, donde había nacido el rey David, porque José era descendiente de David. 5 Fue allá a inscribirse, junto con María, su esposa, que se encontraba encinta. 6 Y sucedió que mientras estaban en Belén, le llegó a María el tiempo de dar a luz. 7 Y allí nació su hijo primogénito, y lo envolvió en pañales y lo acostó en el establo, porque no había alojamiento para ellos en el mesón. 8 Cerca de Belén había unos pastores que pasaban la noche en el campo cuidando sus ovejas. 9 De pronto se les apareció un ángel del Señor, y la gloria del Señor brilló alrededor de ellos; y tuvieron mucho miedo. 10 Pero el ángel les dijo: "No tengan miedo, porque les traigo una buena noticia, que será motivo de gran alegría para todos: 11 Hoy les ha nacido en el pueblo de David un salvador, que es el Mesías, el Señor. 12 Como señal, encontrarán ustedes al niño envuelto en pañales y acostado en un establo." 13 En aquel momento aparecieron, junto al ángel, muchos otros ángeles del cielo, que alababan a Dios y decían: 14 "¡Gloria a Dios en las alturas! ¡Paz en la tierra entre los hombres que gozan de su favor!" 15 Cuando los ángeles se volvieron al cielo, los pastores comenzaron a decirse unos a otros: —Vamos, pues, a Belén, a ver esto que ha sucedido y que el Señor nos ha anunciado. 16 Fueron de prisa y encontraron a María y a José, y al niño acostado en el establo. 17 Cuando lo vieron